miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sobre el abandono emocional

El abandono emocional se refiere a la falta persistente de respuestas a las señales, como llanto y/o sonrisas, expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas por el niño/a y, la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de alguna figura adulta estable.

El abandono emocional es la forma de maltrato infantil más difícil de identificar y de probar. Algunos indicadores pueden ser:
extremada falta de confianza del niño en sí mismo;
exagerada necesidad de ganar o sobresalir;
reclamos desmedidos y/o demandas excesivas de atención;
constantes expresiones de deseos de recibir "algo" (algo simbólico, que traduzca afecto) de sus padres;
habituales relatos inverosímiles dónde él es el "héroe", etc.
Algunas actitudes de los padres hacia los niños que pueden causar abandono emocional son:
Ignorar al niño/a de diferentes maneras según su estadio evolutivo,
No responder o iniciar conductas de apego, afecto o apoyo,
No responder a las conductas sociales espontáneas del niño/a,
No participar en las actividades diarias del niño/a,
No apoyarlo o defenderlo frente a los problemas escolares o sociales del niño/a,
Tolera todos los comportamientos del niño/a sin ponerles límite alguno,
Renuncia por parte de los padres a asumir las responsabilidades parentales en todos sus aspectos: los niños que crecen sin la figura del padre, generalmente son inseguros, tienen pobre autoestima y dificultades en los procesos de socialización. Contrario a los niños que tienen cerca a sus padres, porque presentan índices menores de ansiedad y mayor confianza en sí mismos. La figura paterna es esencial, pues es el referente de autoridad y de identidad sexual. Cada figura (materna y paterna) aporta a la construcción de la identidad, a dar las pautas de crianza necesarias y darle modelos de relación con el mundo.

Típicamente -de acuerdo con Jorge Corsi-, el abandono emocional se presenta bajo la forma de hostilidad verbal crónica (insultos, burlas, desprecio, críticas o amenazas de abandono), y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles (desde la evitación hasta el encierro) por parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar. El daño psíquico es grave: un niño puede estar sufriendo el efecto paralizante de sentirse despreciable, sin comprender ni poder explicar el porqué, afectándose su autoestima y pudiendo generarle conductas autorepresivas. Dirigirle la palabra sólo para plantearle determinadas exigencias o bajo amenaza, sino la reprimenda constante, producen idénticos efectos. Por ejemplo, si un niño constantemente escucha que sus padres le dicen "sos una porquería" o "eres un/a inútil" o "sos un/a callejero/a", es dable que llegue a creerlo y que obre en consecuencia. En efecto, siendo que "una comunicación no sólo transmite información" (en el caso, peyorativa), "sino que, al mismo tiempo, impone conductas", tales epítetos pueden ser asumidos e internalizados por el niño, adoptando las características y conductas propias que aquellos implican.

Pero los padres también pueden abusar emocionalmente de sus hijos en base a "buenas intenciones", tales como querer que se destaquen en la escuela, en algún deporte, etc. A partir de las cuales pueden presionarlos o avergonzarlos hasta provocarles un sufrimiento emocional severo. Siendo aquí una triste verdad que "la buena intención en manos de una persona inconsciente se vuelve veneno" (Osho). Máxime porque "las personas pueden decir algo y significar otra cosa". Daño que también se les provoca cuando se viola su intimidad o se los humilla públicamente, como al tratar de "machona" a una nena o al burlarse de un nene ante otras personas, por caso, a la sombra del mito de que "los hombres no deben llorar" y aun reprendiéndolo por hacerlo.

Asimismo, la sobreprotección extrema es también una forma de abandono emocional, de suyo castratoria, en cuanto reprime al niño y coarta sus iniciativas y necesidades interactivas, induciéndole miedos absurdos y aislándolo de sus pares, sino convirtiéndolo en el hazmerreír de aquellos. Las palabras "protectoras" tampoco son inocentes. El abandono físico y el abandono emocional son fenómenos que, si bien pueden darse conjuntamente, deben ser distinguidos. El primero ocurre cuando las necesidades físicas del niño (alimento, abrigo, higiene, atención de la salud, cuidado y vigilancia) no son atendidas, temporaria o permanentemente, por ningún miembro de la familia. En tanto que el segundo consiste en la falta de respuesta a las necesidades de contacto afectivo del niño (ausencia de caricias, no jugar con él, etc.) e indiferencia frente a sus estados anímicos, no brindándole el afecto, el apoyo y la valorización que todo niño necesita para crecer psicológicamente sano. Pueden producir daños psíquicos y las consecuencias propias de un estado de depravación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario